Fe y Alegría

 

¿Qué es?

Fe y Alegría es un Movimiento Internacional de Educación Popular Integral y Promoción Social, cuya acción se dirige fundamentalmente a los sectores empobrecidos y a los excluidos, a fin de potenciar su desarrollo personal y participación social.

Es un movimiento que agrupa a personas en actitud de crecimiento, autocrítica y búsqueda de respuestas a los retos de las necesidades humanas. Es de educación porque promueve la formación de personas conscientes de sus potencialidades y de la realidad, libres y solidarias, abiertas a la trascendencia y protagonistas de su desarrollo. Es popular porque asume la educación como propuesta pedagógica, ética y política de transformación desde y con las comunidades. Es integral porque entiende que la educación abarca a la persona en todas sus dimensiones. Y es de promoción social porque, ante situaciones de injusticia y necesidades de sujetos concretos, se compromete en su superación y, desde allí, en la construcción de una sociedad justa, incluyente, fraterna, solidaria, democrática y participativa.

 

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¿Qué hace?

Fe y Alegría opta por la educación como una estrategia fundamental para lograr una sociedad justa, equitativa e incluyente, entendiendo que el no acceso y la baja calidad de este servicio son causas y manifestaciones fundamentales de la marginación y de la injusticia social. Consecuente con esta percepción, Fe y Alegría comenzó su labor “allá donde termina el asfalto”, con el establecimiento de escuelas primarias en zonas marginales.

 

Su Historia:

Todas las grandes obras nacen de procesos que han conmovido las fibras íntimas del ser humano. José María Vélaz no es la excepción. Chileno de nacimiento y de familia española, siendo pequeño tuvo que partir con su madre a la península y allí su formación estuvo ligada a los colegios de la Compañía de Jesús.

En su juventud, luego de algunos años en la universidad, optaría por hacerse miembro de dicha Congregación religiosa y desde entonces, al igual que el fundador de la orden (San Ignacio de Loyola), se haría un peregrino y constructor de esperanza. En 1946 fue destinado a Venezuela, cuando contaba con 36 años de vida y 18 de jesuita.

La realidad latinoamericana muy pronto marcaría un nuevo itinerario en su misión. El contacto con la pobreza y las escandalosas condiciones de marginación y exclusión de las mayorías del país lo interpelarían de manera definitiva.

Cuando trabajaba en el Colegio San José de Mérida comenzó a realizar los primeros experimentos, que finalmente apuntarían a la conformación de una red de escuelas en las periferias de las ciudades y en el área rural.

Sería en 1960 cuando esa red fue bautizada con el nombre de “Fe y Alegría”. Obviamente, las crónicas y relatos de los acontecimientos de ordinario tienen a exaltar la figura del héroe. Vélaz fácilmente encaja en el perfil de prohombre y salvador de los desvalidos. No obstante, la labor de este jesuita fue la de canalizar las legítimas demandas y anhelos de los pobres.

Pero en la memoria de esta apasionante historia se conserva el nombre de quien podríamos considerar el auténtico fundador de Fe y Alegría, un obrero llamado Abrahán Reyes. Vélaz y su grupo de colaboradores recorrían los suburbios buscando un lugar donde instalar la primera escuela, hasta que se encontraron con este personaje.

Se cuenta que Reyes y su esposa llevaban ocho largos años levantando los muros de su hogar y el día que les hablaron de una escuela y de educación para los niños entregaron esas paredes y ese techo sin mayor ceremonia que su propia felicidad. No hubo acto de inauguración, tampoco una cinta roja con su moñito para ser cortada, ni placa conmemorativa. 

El gesto de los Reyes sólo fue el principio, pues otras familias se sumarían a la epopeya. La voluntad por salir del agujero, los deseos incontenibles de subvertir las condiciones de explotación, la ganas de vencer al sistema y ser dueños al menos de la propia vida; dinamizaron cada uno de los pasos que hicieron posible a Fe y Alegría. Un ejército de hombres y mujeres, trabajadores y sacrificados, empeñados en darles a sus hijos un mañana distinto y fundado en la superación.

 

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